Los que vivimos en Madrid necesitamos muchas veces un fin de semana en el campo para olvidar las prisas y los atascos, empaparnos de naturaleza, redescubrir el silencio o simplemente pasear y leer. Si además elegimos un hotel con verdadero encanto...
CASA DE LOS TOMILLARES
En Candeleda, en plena Sierra de Gredos, en mitad de una
finca de encinas y alcornoques, la anticuaria y decoradora Carolina Sánchez
Vadillo ha ideado un hotel para esa gente que, bajo ningún concepto, se aloja
en cualquier sitio. Y lo ha logrado: La Casa de los Tomillares derrocha calor
de hogar, pero con detalles de un hotel cinco estrellas.
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El entorno perfecto para el relax |
Nada más llegar, da gusto pasear la vista por el
increíble jardín, el patio con su fuente francesa de cuatro caños, los porches
con muebles de hierro y telas de lino húngaro, la piscina con fondo de granito,
los tiestos rústicos rebosantes de plantas y flores… Todo muy al estilo de las
grandes casas de campo provenzales o toscanas.
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Muebles de hierro y telas crudas en el jardín |
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El apetecible porche |
Una vez dentro, las estancias invitan a encerrarse para
saborear el encanto. Un relajante salón da paso a las 8 habitaciones, todas
diferentes, pero siempre con apacibles vistas al jardín, muebles antiguos buscados con mimo, preciosas telas inglesas y francesas (muchas de Chelsea y Le
Manad), camas king size, sábanas de algodón egipcio de 200 hilos, amenities de
L’Occitaine…
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La habitación Gredos |
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Habitación La Toile |
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Habitación El Ventanuco |
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Habitación La Azul |
Algunas exhiben piezas provenzales, francesas o suecas;
otras baños de mármol o suelos recuperados de un palacio del Puerto de Santa
María; varias de ellas, vigas de madera en el techo o chimenea; algunas,
sillas Luis XVI…
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Cuarto de baño de la habitación La Fuente |
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Cómoda rústica en la habitación La Viga |
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Telas francesas en la habitación El Taller |
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Chimenea en la habitación La Piscina |
El nivel de atención gastronómica también es exquisito.
El desayuno, casero y variado, se puede tomar en el lugar de la casa que se
desee; al mediodía se brindan almuerzos informales; por la tarde se pueden
merendar té y chocolate con cakes, pastas y macarons; y por la noche no conviene
perderse su menú largo y estrecho asentado en productos de temporada. Para los
más aficionados, su chef Cordon Bleu imparte además clases de cocina.
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Uno de los rincones del salón |
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El comedor, preparado para el almuerzo |
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Si se desea, el desayuno se puede tomar en la habitación |
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El comedor de verano |
Hotel Nabia
También en Candeleda, pero esta vez rodeado de robles y
castaños, el hotel de Sofía Bernar e Íñigo O’Shea brinda igualmente increíbles
vistas de la sierra de Gredos y el valle del Tiétar. En esta especie de casa de
campo a la inglesa, su precioso jardín con piscina –con el pantano del Rosarito
al fondo- da paso a un salón dividido en varios ambientes: una zona con
chimenea y biblioteca, un rincón para jugar a las cartas, dos espacios de sofás
delante de los ventanales para disfrutar del paisaje exterior, y pequeño honesty
bar.
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Fachada del Hotel Nabia con la sierra de Gredos al fondo |
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La piscina panorámica |
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El salón, decorado en tonos terrosos |
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El rincón del bar, para servirse uno mismo |
Las suites –que son casitas independientes con terraza o
jardín privado- y las habitaciones
disponen también de grandes ventanales de madera de castaño para vislumbrar el
Pico Almanzor, suelos de madera natural pintada, una decoración serena y
alegre, exquisitas telas y excelentes sábanas y toallas, cuartos de baño
mármol, carta de almohadas…
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Grandes ventanales con cretonas de flores |
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Una de las suites, orientada hacia el campo |
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Cuartos de baño de gran confort |
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Varias habitaciones disponen de terraza privada |
Por las mañanas, el desayuno buffet incluye productos
propios, como el pan, los croissants de mantequilla, mermeladas, bizcochos y
magdalenas, que se complementan con fruta fresca, cereales, tomate rallado,
embutidos y quesos, zumo de naranja natural y, si se necesita más energía,
huevos fritos o revueltos, todo acompañado con una taza de Nespresso o una
infusión. Su carta de cenas es breve, pero escogida; los productos de la zona
ocupan un lugar de honor: verduras, hortalizas y frutas de su huerta ecológica:
quesos de Castilla y León, ternera avileña, y cabrito y cordero de la sierra de
Gredos.
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El comedor también se beneficia de increíbles vistas |
El Hotelito
En Navaluenga, pegado a su club hípico, Cándido Ruiz y
Christina Aegesen reciben a los huéspedes en su original hotelito agro-chic.
Presidido por un jardín geométrico, una terraza ajardinada con bonsáis y una piscina, tras
la recepción se ubican un comedor –que ofrece desayuno buffet por las mañanas y
platos sencillos para cenar-, un pequeño bar y una zona chillout con chimenea
muy agradable.
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La terraza ajardinada |
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La piscina, pegada al monte |
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Zona de estar con chimenea |
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Telas étnicas en los cojines |
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El luminoso comedor |
En estas zonas ya se aprecia la inclinación de sus dueños
por la decoración sobria, con toques nórdicos minimalistas a base de madera,
hormigón pulido y cuero. En las 12 habitaciones, funcionales y acogedoras, se agradecen las manzanas como detalle de bienvenida o el
calentador de agua para poder tomar un café o un té recién hecho cuando se desee.
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Nos gustan las mesitas hechas con troncos de árboles... |
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... y los cabeceros de madera reciclada |
fíjate el milano real no esta.
ResponderEliminarel hotel de la casa de los tomillares sin duda alguna el mejor hotel en el que estuve nunca.
ResponderEliminarMuy recomendable!