Una antigua fortaleza militar, situada en la bahía de Palma de Mallorca, se transformó en 2010 en un reducto privilegiado de lujo sencillo y exclusividad.
El propietario de Cap Rocat, el arquitecto mallorquín Antonio Obrador
(autor de las casas de Claudia Schiffer y Michael Douglas en la isla), tardó
casi diez años en convertir esta fortaleza de finales del XIX –construida tras
la crisis provocada por España a raíz de la pérdida de Cuba y Filipinas- en un
hotel de ensueño que se mimetiza con el entorno y que ha respetado toda la riqueza
patrimonial y natural de la zona.
Imperceptible desde tierra y mar por estar
excavado en la roca, al entrar ahora a través de su puente levadizo, frente a
sus murallas, torres y almenas, se tiene la sensación de penetrar en otro
mundo. Y casi es cierto…
La espectacular arquitectura del edificio y su increíble
entorno hacen hueco a 24 habitaciones y suites. Éstas últimas, con piscina y
jardines privados, ocupan las antiguas troneras de los cañones al borde del
acantilado. En todas, la decoración produce una sensación de gran tranquilidad,
gracias a sus elementos sencillos y contemporáneos, entre paredes de piedra
arenisca con fotos en blanco y negro de la vida antigua en la isla.
En su capítulo gastronómico, ofrece el restaurante
La Fortaleza, bastante formal, a cargo del chef Víctor García, enclavado en el comedor
en invierno o en el patio de armas en verano; y el más informal Sea Club,
ubicado al borde del mar, en la espectacular Cala de la Reina, que cuenta con
un horno tradicional mallorquín y una gran parrilla de leña. Asimismo, las antiguas
cocinas de la fortaleza se han restaurado para alojar un comedor privado y una
bodega, en la que se realizan catas de vinos y clases de cocina tradicional.
Por su parte, las antiguas dependencias del fuerte
se han transformado en zonas de descanso en las que se recrean diferentes
ambientes. En el buen tiempo, los patios y las terrazas escalonadas se
convierten en improvisados salones para disfrutar de la noche.
Trazada con gran ingenio, la espectacular piscina
de agua salada está situada sobre una de las murallas de la antigua fortaleza.
El agua se confunde con el mar y el cielo, en un espectacular mirador desde el
que se domina la bahía de Palma. Muy cerca, la zona de baño se ha habilitado alrededor
del antiguo embarcadero, con playa privada y rincones privilegiados para
disfrutar de las espectaculares y trasparentes tonalidades del Mediterráneo.
El resultado es un hotel nada recargado ni pretencioso,
pero sí muy auténtico. El “barniz” militar sigue presente en cientos de detalles,
como en el hecho de que se hayan recuperado muchos elementos de antaño –enormes
balas viejas son ahora tiradores de puertas…-; en que los colores prácticamente
se reduzcan al crema, azul, rojo y naranja; en sus suelos de piedra y techos
curvos blancos; o que el exquisito desayuno se entregue a la hora y lugar que
se prefiera en una cesta de picnic.
www.caprocat.com
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