Tengo debilidad por la provincia de Cádiz;
especialmente por algunos de sus hoteles rurales, íntimos y lujosos, alejados
de la "marabunta" playera. Casa La Siesta es uno de ellos.
En realidad, Casa La Siesta se encuentra tan sólo a 10 kilómetros de las fantásticas playas gaditanas y a 5 minutos en coche de Vejer de la Frontera –uno de mis pueblos fetiche-, pero allí, en su loma, rodeado de jardines de lavanda, hibiscus y buganvillas, me parece estar en otro mundo.
Este precioso cortijo, con vistas espectaculares a campo abierto, cobija 8 habitaciones encantadoras, con decoración campestre y un pequeño surtido de antigüedades europeas, además de confortable ropa de cama, duchas de gran tamaño, productos de cosmética natural y un sinfín de detalles de buen gusto.
A la hora del almuerzo o la cena, después de un
chapuzón en la piscina, se pueden degustar platos variados, elaborados con productos procedentes de su huerta y de
mercados locales. Si tienes mis gustos, también disfrutarás con su selecta
bodega, descubriendo vinos procedentes de pequeños viñedos de la zona.
Sus jóvenes propietarios ingleses, Lee y Amelia
Thornley, se construyeron esta propiedad para sí mismos en lo que hace años era una
granja destartalada y, de hecho, viven en un ala de la casa. Por este motivo,
no hay un registro de entrada formal –es más bien como llegar a la casa de unos
amigos-, ni camareros al uso deseosos de complacer a los huéspedes, ni siquiera
horarios fijos de cocina. Por el contrario, se respira un auténtico relajo hogareño,
lo ideal para descansar y recuperarse del estrés urbano (por cierto, no está permitido ir con
niños menores de 12 años).
Realmente, aquí no me cuesta nada adaptarme al
ritmo de vida andaluz, sumergirme en el aire sin prisas del paisaje, dejarme
embadurnar de paz y tranquilidad… No sé cómo decirlo, es como un hotel
preparado para la pereza.
casalasiesta.com
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