Dos hoteles para desconectar en el campo granadino

Hoy os descubro dos hoteles rurales deliciosos, muy cerca de Granada, pero envueltos en una naturaleza de ensueño: El Cortijo del Marqués y La Almunia del Valle. En ellos todo es comodidad, paz y silencio, con una luz del sur siempre presente y un irresistible aroma a autenticidad.

EL CORTIJO DEL MARQUÉS
www.elcortijodelmarques.com

Una pareja de holandés y austriaca se enamoró de este cortijo nada más verlo. Y no me extraña… A tan sólo 18 kilómetros de Granada, rodeado de campos de olivos, trigo y girasoles, y con vistas a las sierras del Pozuelo, Arana y Nevada, su simple historia ya impresiona.

Se cree que fue construido en el siglo XVI, aunque en las obras de reforma se descubrieron columnas romanas, y se sabe que perteneció al marqués de Mondéjar, Luis Hurtado de Mendoza, capitán general del Reino de Granada, alcaide de la Alhambra y amigo personal del rey Carlos V.

A principios del siglo XIX, esta grandiosa propiedad agrícola pasó a manos de una familia local, que la amplió con una capilla, una torre y otras dependencias, dándole el aspecto de un pequeño pueblo. Tras quedar abandonado y deteriorado en el siglo XX, sus actuales propietarios lo restauraron por completo hace unos años… pero sin alterar en nada su aire de casa señorial andaluza.

Hoy es el lugar perfecto para descansar en un entorno que mezcla el encanto de lo antiguo con el confort de lo moderno: amplios patios, originales habitaciones y salones, jardín con piscina, y un restaurante que sirve especialidades de cocina mediterránea con un toque creativo.

LA ALMUNIA DEL VALLE
www.laalmuniadelvalle.com

A unos pocos kilómetros de Granada y Sierra Nevada, este pequeño hotel boutique invita ante todo a disfrutar de sus impresionantes vistas sobre el campo. Sus propietarios y anfitriones, José Manuel Plana y Patricia Merino, se ocupan además de recibirnos personalmente para que nuestra estancia resulte lo más cálida posible.

Comprometido con el medio ambiente, se asienta sobre un típico cortijo serrano granadino, escalonado sobre una loma, para que los huéspedes puedan dominar con la vista casi los 13.000 metros cuadrados de la finca: olivos, almendros, árboles frutales, encinas, esparteras, hierbas aromáticas…

Además, en su jardín no se ha optado por el césped (que consume mucha agua y necesita abono químico), sino por praderas de gramíneas salpicadas de madroños, retamas, jazmines, parras, hiedras… junto a las que destaca una relajante piscina. Las habitaciones resultan como palcos abiertos a toda esta belleza.

Aunque sólo en verano ofrece un servicio de almuerzo, el resto del año es posible encargar una cena a base de productos frescos de cercanía: hortalizas y frutas de la Costa Tropical, carnes y embutidos de la Sierra, pescados de Motril… Un festín para el paladar.