Las Casas de la Judería: esencia cordobesa

Incluso en verano, con el termómetro trepando, Córdoba derrocha encanto. Hay pocos entornos tan sugerentes como su casco histórico, con esos colores y aromas que envuelven un sinfín de monumentos y leyendas, y donde abre sus puertas un hotel muy especial.  

LAS CASAS DE LA JUDERÍA

www.lascasasdelajuderiadecordoba.com 

Aquí, en el meollo de su barrio antiguo, en plena judería, frente al Alcázar de los Reyes Cristianos, las Caballerizas Reales, los Baños Califales del Campo Santo de los Mártires, la Sinagoga y la Mezquita Catedral, descubrimos un hotel que aviva los sentidos.

Las Casas de la Judería ocupa una mansión señorial que ha pertenecido a destacadas familias locales –los Fernández de Córdoba, Sigler de Espinosa, Aguilar, Góngora y Argote- y que ha sido rehabilitada por Ignacio Medina Fernández de Cordoba, duque de Segorbe, y Alonso Moreno de la Cova y Silva. 

Sus actuales propietarios, Pedro Fernández-Salvador Fernández de Heredia y su mujer, la escritora cordobesa, María Martínez-Sagrera Martín, conservan ahora con rigor su historia milenaria. Al traspasar el umbral, un entorno de enorme belleza invita a disfrutar del sosiego y los pequeños detalles. 

Es más: no hace falta salir del hotel para sumergirse en el espíritu de la ciudad, porque es una especie de Córdoba en miniatura que invita a un viaje al pasado sumamente evocador.

El recinto está formado por la unión de varias casas antiguas (aunque el Palacio de la Pavas es la principal), distribuido en varios patios de estilos mudéjar y renacentista, un jardín con alberca-piscina y amplias terrazas con maravillosas vistas.

Sus sinuosos y laberínticos pasillos, sus recónditas escaleras, y sus galerías y corredores con vigas de madera desembocan en ruinas romanas, rincones íntimos y fuentes susurrantes. La decoración se funde con los vestigios de la ciudad... 

Las habitaciones sorprenden –hay 64 en total-, revestidas con materiales originales y típicos de la época, como el cordobán, esa piel curtida y adornada a mano con relieves y dibujos pintados. No hay dos iguales; cada una desprende su propia personalidad a través de lujosas telas, suelos de barro cocido, ladrillos artesanales o artesonados de madera.

Y si alguien quiere algo más que descansar y ver pasar el tiempo, el establecimiento propone además diversas experiencias, como cursos de salmorejo, catas de vinos, rutas ecuestres, culturales y de flamenco, o salidas en bicicleta eléctrica por los patios más bellos de los alrededores.