Aunque fue hace mucho tiempo, todavía recuerdo la emoción que me produjo conocer el pueblo mallorquín de Valldemossa. Tiene algo que atrapa y obliga a volver una y otra vez. Quizá sean sus paisajes entre los valles de la Sierra de la Tramuntana, sus calles empedradas con casas señoriales, sus cafés, tiendas y miradores, la Cartuja y su apasionante historia de amor entre Fredéric Chopin y George Sand… Estos tres pequeños hoteles invitan a regresar al paraíso.
Esta finca del siglo XVI, que lleva en manos de la misma familia desde finales del XIX, es ahora un pequeño hotel que ha sabido preservar el carácter de la Mallorca más tradicional y desconocida. A 500 metros de altitud, sus vistas sobre el valle y el pueblo de Valldemossa, sorprenden y encandilan.
Todas sus estancias consiguen ofrecer a los huéspedes esa sensación de vivir un privilegio ajeno a lo cotidiano, alejado del mundo y de lo convencional, elegante y detallista, pero sin lujos superfluos. Cada una de sus 9 habitaciones destaca por su singularidad, casi todas ellas con terraza privada, mientras que en su acogedor restaurante presenta recetas familiares elaboradas con productos frescos.
José Ozonas y Paola Oyarzábal son los autores del diseño interior y exterior, mientras que Carmen Ferrer se ha encargado de la decoración. El resultado es fantástico: ambientes muy apetecibles, rincones para perderse, estancias amplias y luminosas que se funden con el paisaje, tonos crudos y texturas naturales… En el jardín, entre más de mil olivos centenarios, la vieja alberca se puede utilizar para el baño junto a una segunda piscina rebosante.
SON VISCOS
www.sonviscosvalldemossa.com
Esta casa de postas del siglo XIV es propiedad de los dueños de Mosaico, una tienda de diseño de interiores de Palma, y desde luego mucho más que un agroturismo al uso. Sus 5 habitaciones de lujo minimalista llevan nombres de plantas (Lavanda, Laurel, Aloe, Menta y Romero) y exhiben muebles de diseño y objetos antiguos que los propietarios han ido adquiriendo en sus viajes por todo el mundo. Quizá la más llamativa es Laurel, ya que conserva integrada una roca que emerge del muro.
Los desayunos, inolvidables, se pueden tomar en la terraza en el buen tiempo, o en el acogedor salón. En los días frescos también resulta muy apetecible relajarse frente a la chimenea con un buen libro de su nutrida biblioteca.
CA’S PAPÁ
www.hotelcaspapa.com
Una antigua casona del centro del pueblo, restaurada por el arquitecto Asensio Peña y diseñada por Lluisa LLull, nos recibe como en casa. Sus 13 habitaciones tienen realmente mucho carácter, mezclando un estilo de “toda la vida” con toques contemporáneos, y vistas espectaculares al valle.
Todo el interior es bohemio y divertido, con los servicios básicos para sentirse en la gloria: wifi por todo el hotel, desayuno mediterráneo, una zona de relax/lectura con para tomar un café a cualquier hora del día, y precios muy comedidos.
La decoración, absolutamente genial, para crear ese ambiente cálido y confortable que buscaba Lluisa: puertas y ventanas verde agua, suelos hidráulicos, velas y libros antiguos, piezas vintage, butacas Acapulco amarillas en la terraza, taburetes escandinavos, cojines con mensajes románticos…
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