En pleno Bairro Alto, con vistas privilegiadas al Tajo, a la Basílica da Estrela y a los callejones Alfacinhas, hay un hotel que nos hace sentirnos como en casa y cuyo nombre lo dice todo: ventanas con vista...
Este singular establecimiento es propiedad de dos decoradoras españolas enamoradas de Lisboa, Carmen Rendé y Natalia Tubella, que tardaron dos años en restaurar este edificio abandonado (en la planta baja había un taller de cestería) y posteriormente eligieron cada mueble, pieza y objeto como si fuera para su propio hogar. Tras una fachada tradicional con grandes ventanas, balcones y azulejos esmaltados, el interior nos sorprende con sus múltiples detalles de buen gusto, como las mantas que reposan sobre las camas, las sillas que hacen de soporte de ramos de flores o las persianas de madera que invitan a prolongar el sueño por las mañanas.
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| Velas y flores añaden sus fragancias en cada espacio |
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| Las camas, revestidas con tejidos suaves |
Para ello, han recurrido a muebles y accesorios de lo más diferentes, algunos procedentes de Ikea, otros firmados por Eames o Ingo Maurer, otros encontrados en mercadillos, algunos utilizados en el atrezzo de una película de Almodóvar… Cada una de sus 12 habitaciones está decorada además de manera diferente, aunque siempre con ese espíritu entre vintage y chic.
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| Pupurrí de muebles que no desentona |
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| Blanco y tonalidades pastel en las habitaciones |
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| Nos encanta el armario pintado a mano de este cuarto |
En la zona común se encuentra una cocina conectada al salón, presidida por una gran mesa de madera en la que se degusta un excelente desayuno a base de productos locales, que en el buen tiempo también es posible tomar en el patio. Y la zona de estar remata la estancia con su acogedora iluminación y estilo desenfadado, perfecta para descansar, leer, charlar o degustar un buen vino portugués.
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| El desayuno en la cocina junto a los otros huéspedes... |
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| ... o de forma más íntima en el patio |
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| La ecléctica decoración del salón-cuarto de estar |
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