El primer hotel boutique de cinco estrellas de Madrid abrió
sus puertas el pasado agosto para aportar un toque de sofisticación y frescura a
uno de los barrios más atractivos de la capital. Saludamos al portero uniformado y entramos...
Siempre me ha llamado la atención este edificio, enclavado enfrente
del Mercado de Barceló –entre los barrios de Chamberí, Tribunal y Chueca-, obra
de José María Mendoza Ussía (1915), que alojó la antigua compañía vizcaína
Papelera Española y más recientemente algunas oficinas de Gil y Carvajal. Se
trata de un palacete de estética neoclásica que ocupa toda una manzana, en el
que el arquitecto e interiorista Antonio Obrador ha pretendido mantener su carácter
burgués y señorial con una decoración contemporánea y sofisticada.
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La fachada neoclásica, ahora esplendorosa |
A primera vista, me alegra mucho comprobar que se han preservado
bastantes elementos originales del edificio, como los azulejos que decoran la
fachada (obra de Ruíz de Luna), las coloridas vidrieras, los suelos de mármol,
las paredes forradas de madera, un precioso ascensor modernista con su
consabida banqueta, y una salita revestida de arriba abajo con estanterías y
cajones de madera en la que algún día espero tomar un aperitivo.
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El ascensor, tal como era antaño |
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Las vidrieras originales, restauradas |
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La rejería de los balcones |
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La puerta centenaria de acceso, ahora pintada en blanco |
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Las molduras y azulejos de los techos, en blanco y azul |
El lobby, nada recargado, resulta elegante y acogedor, con sus columnas empapeladas con motivos chinescos, un discreto mobiliario que mezcla telas rústicas y mesas de zinc, un estanque japonés con piedras
de cantos rodados, el juego de paneles y espejos, fotografías antiguas de Madrid, una barra de bar en mármol veteado e iluminada por dentro,
y su patio central que, a modo de invernadero, va revestido de musgo
liofilizado y rematado por una cúpula de cristal rectangular.
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Varias zonas casi independientes invitan al relax |
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Genial el contraste de las telas con los papeles pintados |
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Butacas de inspiración francesa y flores recién cortadas sobre mesas de zinc |
En el primer piso, alrededor del hueco del patio, se ubica el salón
de desayunos, que todos los días brinda la fórmula buffet, bajo una luz
especial y entre profusión de plantas. Desde ahí y hasta la cuarta planta se accede a
las 78 habitaciones y suites –de diferentes tamaños y categorías-, que irradian el mismo aire distinguido del resto del hotel.
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Una de las habitaciones dobles |
A destacar: techos altos de hasta tres metros, mesas
inspiradas en las camillas de campaña de Hermès (encargadas a artesanos
gallegos), telas masculinas impregnadas de colores fríos, sábanas de Bassols, el cordón con colgante negro hecho a medida como señal de “no molestar”, cafetera
Nespresso y minibar que incluye productos madrileños (cervezas Brabante y dulces
de La Duquesita…). En los baños de
mármol, como no podía ser de otro modo, wc independiente, albornoces y
zapatillas blancos, y productos de acogida de The Lab Room.
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Suites luminosas con enormes ventanales |
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Terraza privada en una de las suites |
En la planta inferior del hotel, en un espacio íntimo y
privado, se sitúa el Spa, que alberga un pequeño gimnasio, una piscinita con burbujas y chorros de agua fría y
caliente, y varias salas donde se ofrecen diferentes tratamientos de la
prestigiosa firma de belleza y wellness Natura Bissé. El restaurante del hotel, The Table, todavía no ha
abierto, pero seguro que será todo un acontecimiento: cada mes cocinará un chef
distinto premiado con alguna estrella Michelin.
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Interior del Spa |
Urso Hotel & Spa
Mejía Lequerica, 8
28004 Madrid
Tel: +34 91 44 44 58
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