Tres hoteles para despertar con las campanadas de las
iglesias y salir a descubrir sus callejuelas y plazas plagadas de tiendas de moda, bares
y restaurantes; admirar sus vestigios romanos, árabes y cristianos; y perderse por sus
rincones llenos de tradición y encanto andaluz.
HOTEL CLAUDE
Debe su nombre a la cantante de ópera Claude Devoize, que
vivió aquí muchos años con su marido, Juan Berjano. De hecho, han sido sus
hijastros, Desirée y Franz y Desirée Willmes, los que han querido bautizar así
este hotel acogedor y elegante que se reconoce enseguida por la fachada típica
de estuco que presenta el edificio del siglo XVII.
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Fachada del Hotel Claude |
Su atmósfera interior, a cargo del decorador Angell
Gordon, resulta contemporánea y exclusiva gracias al uso de colores cálidos y
materiales naturales, como las puertas de madera tallada, los terciopelos de sus
butacas, los suelos de terracota, o los cuartos de baño en piedra arenisca.
Además, se han mantenido muchos elementos ornamentales originales de la casa, restaurados
con rigor histórico, como la puerta de forja, el clásico patio andaluz con pozo
y sus columnas de piedra caliza.
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El patio y sus contrastes decorativos |
Sus siete suites y habitaciones se desperdigan alrededor
de las galerías del patio principal –cada una con su propia personalidad-,
junto a un salón de estar, un honesty bar y una terraza en la azotea. El
desayuno es a la carta y además ofrece brunch, tapas, snacks y cenas de cocina
mediterránea bajo encargo. Se trata, por tanto, de un hotel perfecto para
aquéllos que buscan algo más que un hotel sólo para dormir en una escapada de playa.
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Habitaciones de estética clásica |
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La azotea, un reducto de lujo |
THE TOWN HOUSE
A pesar de estar en el corazón del bullicioso centro de
Marbella, muy cerca de la Plaza de los Naranjos, en cuanto se traspasa su
puerta se advierte un ambiente relajado y tranquilo que transporta a otro
mundo. Y es que mantiene con mucho acierto el ambiente de una casa privada con una decoración
atemporal.
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La entrada a The Town House |
Sus nueve habitaciones están decoradas con antigüedades y
piezas modernas -algunas con cama con dosel, muebles de estilo colonial,
cuartos de baño con azulejos andaluces, artículos de tocador Molton Brown-, al
igual que el salón y el bar-lounge de la entrada. Su pequeña tienda resulta
también de lo más tentadora con su oferta de bolsos, libros, pareos y objetos
decorativos muy bien escogidos.
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Una de las habitaciones, con techo abuhardillado |
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Otra de las habitaciones, con vigas de madera en el techo |
La terraza de la azotea es la “joya” de la casa. Allí se
puede desayunar en el buen tiempo frente a la silueta de La Concha y tomar una
copa de madrugada con la luna reflejándose en los tejados de terracota. Irresistible
con sus cojines blanco roto y los altavoces discretos que desparraman una
relajante música ambiental…
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Rincón de la azotea |
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El pequeño bar de la entrada |
LA MORADA MÁS HERMOSA
Ocupa una casa que en 1798 mandó construir un comerciante
de buques para contemplar en todo momento el bullicioso puerto. Posteriormente
pasó a ser casa de vecinos y ya en 2003 se convirtió en este sencillo y cálido retiro.
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Fachada del hotel |
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La recepción, luminosa y "naive" |
La luz y la arquitectura inspiran cada rincón de este
pequeño hotel creado con mucho corazón y sensibilidad. Con sus paredes blancas
y suelos hidráulicos, las siete alcobas al resguardo del sol, decoradas con
diversos objetos y muebles rústicos restaurados, alfombras marroquíes, toallas
y sábanas de algodón, amenities de Damana… resultan deliciosas a pesar de su
sencillez. También posee un patio
pequeño con macetas y un salón que hace las veces de comedor, aunque sólo se sirven
desayunos caseros.
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Muebles restaurados y complementos de Ikea |
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Colchas y cubrecamas en blanco |
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El rústico salón de desayunos |
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