Sus actuales propietarios -una pequeña cooperativa formada por Rafael Corpas y cinco socios trabajadores más (¡qué genial iniciativa!)- han decidido conservar en la medida de lo posible su antigua fisonomía, la que tenía cuando era la casa del alcalde Salvador Muñoz Pérez: una mansión modernista de estilo ecléctico y ricamente decorada con baldosas hidráulicas, frescos, molduras...
Muchos de esos elementos y piezas antiguas han vuelto ahora a la vida gracias a la imaginación del decorador Paco Domínguez, de Zum Creativos, y de la directora del hotel, Yolanda Santiago, que han ideado nuevos emplazamientos y usos para las viejas puertas, lámparas, espejos… De ahí su atmósfera tan mágica y especial.
Sus 11 habitaciones lucen todas diferentes, cada una con sus particularidades y detalles, entre las que destaca la suite Hamama. Su nombre significa paloma en árabe y rememora el antiguo palomar de la casa: 40 metros cuadrados con vistas inigualables, maderas recuperadas, una bañera estilo alberca… Una especie de nido romántico para una estancia nada convencional.
Los huéspedes podemos disfrutar además de otros espacios singulares, como el exclusivo hammam para relajarnos con baños de sal y masajes, entre velas y fragancias exóticas; el patio principal, que hace de salón de la casa con su pozo arábigo-andalusí y su fuente clásica; un salón-cafetería; y dos terrazas –la de las Celosías y la de los Califas-, enclavadas a diferente altura entre un océano de tejas, perfectas para disfrutar hacia dentro de la majestuosidad de esta ciudad única.
No hay comentarios:
Publicar un comentario