En la encantadora localidad de Ciudadela se encuentran algunos de mis
hoteles favoritos de Menorca: íntimos, discretos, alegres, acogedores… que no
desentonan en nada con esa forma despreocupada y relajada de vivir en la isla.
Can Faustino
Ha abierto hace tan sólo unas semanas en el corazón del centro
histórico de Ciudadela, en un precioso palacio con patio que domina el puerto antiguo. De
hecho, el edificio lleva ocupando este idílico lugar desde el siglo XVI, aunque
nunca hasta ahora como hotel de lujo discreto. La decoración de las zonas comunes y 24 habitaciones es
obra de la célebre interiorista francesa Olivia Putman, cuyo estudio también se ha
encargado del hotel Morgans de Nueva York y del Pershing Hall de Paris. Las
habitaciones, de diferente categoría y maravillosamente equipadas, resultan
luminosas y apacibles, con sus vistas al casco antiguo, al puerto o al jardín. Algunas disponen además de patio y
terraza privada.
Por el momento, sólo he podido probar su restaurante Mon, a cargo del chef Felip Llufriu, que
estudió con los hermanos Roca y que posteriormente dirigió el Moo en Barcelona,
donde consiguió su estrella Michelin. La carta se compone de productos de
temporada y biológicos que realzan una cocina mediterránea refinada y ligera.
Nosotros pedimos al centro algunos platos frescos y estivales que nos encantaron:
mejillones con salsa de azafrán, rape escabechado con confitura de limón, gamba
en carpaccio con sorbete de albahaca, cabrito de la isla confitado con romero,
infusión de fresas con helado de queso fresco…
Además, el hotel cuenta con dos bares: uno en el salón
para degustar un vino o licor mientras se escucha la melodía de un piano
clásico, y otro en el patio, a la sombra de las pérgolas, para disfrutar de una
gran variedad de cócteles bajo la brisa marina.
Can Faustino también posee su propio Beach Club en Cala
Fontanella, con playa de arena y canto rodado, y un muelle de madera, hasta
donde traslada a los huéspedes en vehículos todo terreno con chófer. Los clientes también pueden sumergirse en su
delicioso Spa situado junto a la piscina: cuenta con dos salas de tratamiento, una piscina
interior con hamman en una antigua cavidad de la cueva, y amplia oferta de tratamientos.
Para los más pudientes y caprichosos, Can Faustino pone a su disposición
dos barcos -el Hermine, un balandro de 16 metros de eslora, y el Héloise, un commuter
de 12 metros-, a la vez que facilita la práctica de la hípica y la caza
menor.