En un pueblo medieval abandonado abre ahora sus puertas Monteverdi, un hotel encantador y casi diría que encantado, para esos huéspedes que disfrutan de una naturaleza intacta , viejas piedras restauradas y sabores auténticos.
Podría haber sido una “americanada”… y es
todo lo contrario. En 2004, el abogado estadounidense Michael Cioffi compró la
mayor parte de Castiglioncello del Trinoro, un pueblo medieval de la Toscana, y se propuso restaurarlo cuidadosamente. Lo que ha conseguido crear con
los distintos edificios casi en ruinas es algo impresionante: varias villas en
régimen de alquiler, un hotel de 10 habitaciones, un restaurante y un programa artístico de renombre internacional.
Entremos en el hotel. Cada habitación es única y rebosa "estilazo". Su decoración mezcla magistralmente lo antiguo y lo moderno creando un
efecto visual increíble: los techos se soportan en vigas de madera centenarias,
las paredes se encajonan en los muros medievales originales, una cuenta con chimenea
de leña, otra con un gran jardín privado, otra con una bañera de cobre del
siglo XVIII, otra con vistas incomparables hacia Cetona, Radicofani y el valle
de Orcia...
Aderezadas con linos, telas y muebles artesanales, cada
una es también es como una pequeña galería de arte, ya que albergan obras de
artistas contemporáneos de renombre mundial. En parte, todo ello ha sido posible gracias al talento de los arquitectos-diseñadores Ilaria Miani y Ernesto Bartolini, que han infundido a los
interiores su propio estilo de buen gusto y sensibilidad ecléctica.
Los cuartos de baño resultan igualmente deliciosos, abiertos
a la habitación, con suelos de mármol de Carrara, lavabos tallados en piedra de
una sola pieza, duchas con cascadas de chorros y productos cosméticos de La Saponaria.
En 2013, Monteverdi abrió además su restaurante de alta
cocina, Oreade, a cargo de la chef Giancarla Bodoni, responsable de hacer
descubrir los platos toscanos más auténticos y siempre en función de los
productos de temporada. Para ello, se apoya en otros dos grandes chefs, Paolo Coluccio
y Roberto Bruno, con los que ha creado sugerencias increíbles. También dispone de un Caffé más informal y de una
Enoteca, donde se pueden degustar aperitivos o almuerzos ligeros a base de ensaladas,
carnes y quesos regionales, paninis y crostinis recién horneados… junto a escogidos
vinos locales, como el Brunello y el Vino Nobile di Montepulciano. Además,
Monteverdi ofrece otras opciones gastronómicas: clases de cocina, excursiones a
viñedos de la zona y catas de productos locales.
Desde el punto de vista cultural, Monteverdi ha realizado
otra proeza. Cada año invita a personalidades de las artes escénicas y
visuales, la literatura, la filosofía y la ciencia a residir en Monteverdi para impartir conferencias
y seminarios e interactuar con los clientes del hotel. Asimismo, dispone de una
Galería de Arte permanente, con exposiciones de importantes artistas
contemporáneos; y es patrocinador del Incontri en Terra Di Siena, uno de los festivales
de música más importantes de la Toscana. Tampoco conviene perderse la visita a su
propia excavación arqueológica, que ha sacado a la luz un asentamiento medieval
defensivo sobre unos cimientos que se remontan a los etruscos. El recinto cuenta además con una piscina, un gimnasio de
última generación y una capilla del siglo XII, realizados como el resto de las
dependencias con mucho dinero... y mucho amor.
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